La abrasión dental es un problema que afecta al esmalte dental y que suele estar provocado por una mala técnica a la hora de cepillarnos o un uso incorrecto de ciertos productos.
El esmalte dental, como ya hemos comentado en otros artículos de esta misma página, es la capa externa del diente que lo protege del exterior.
Cuando el esmalte se desgasta y pierde dicho recubrimiento, puede acabar afectando al área cervical del diente.
Diagnosticar la abrasión dental en sus primeros pasos no es un trabajo sencillo, y su avance es lento y progresivo.
Durante todo este proceso, podemos vislumbrar algunos síntomas en personas que sufren abrasión dental, variando estos en función de la gravedad:
Si detectas cualquiera de estos síntomas, no dudes en visitar a tu odontólogo para que realice el estudio pertinente y posterior tratamiento.
Un cepillado con demasiada presión de manera continuada o un cepillo que use cerdas muy duras, son algunas de las causas más habituales de la abrasión dental.
Pero además, hay otras costumbres adquiridas que pueden devenir en este mismo problema, por ejemplo el uso de palillos para eliminar restos de comida. Nuestra recomendación en estos casos es recurrir a la seda dental o a los cepillos interproximales.
Las consecuencias de la abrasión dental variarán según la zona del diente en la que incida mayormente el agente abrasivo.
Así, son habituales aquellas lesiones con forma de cuña en la cara visible de caninos, premolares y molares.
Este tipo de muescas, próximas a las líneas de las encías, se denominan abfracciones dentales, y generan molestias por hipersensibilidad.
Cabe destacar que las personas diestras tienen a sufrir abrasiones dentales en la zona izquierda de la mandíbula, mientras que los zurdos lo hacen en la derecha. Esto se debe a que son dichas zonas las que reciben una mayor fuerza durante el cepillado.