Llamamos apañamiento dental cuando nuestros dientes invaden espacios y estos acaban unos sobre otros. Suele tener lugar por falta de lugar en el hueso donde se insertan y se da con especial frecuencia en los dientes inferiores de la mandíbula (a esto se le denomina apiñamiento inferior).
Este problema, además de las consecuencias estéticas al lucir una sonrisa no deseada, favorece la acumulación de placa bacteriana (los espacios entre dientes son más difíciles de limpiar), lo que aumenta la probabilidad de contraer enfermedades bucodentales.
Las personas que sufren de apiñamiento dental, en muchas ocasiones heredan este problema de familiares que también lo han padecido y es habitual que hayan perdido sus dientes de leche antes de lo habitual. Esto ocasiona que los dientes definitivos carezcan de espacio suficiente para erupcionar correctamente y terminan por amontonarse unos sobre otros.
Existen malos hábitos que también puede devenir en el apiñamiento dental. Hablamos por ejemplo de chuparse el dedo, usar chupete durante largo tiempo o respirar por la boca. Estas costumbres pueden provocar el denominado: apiñamiento secundario.
El apiñamiento terciario por su parte, es aquel originado por los molares o las muelas de juicio cuando hay falta de espacio en el hueso de la mandíbula durante la edad adulta
Podemos presenciar este problema tanto en pacientes que jamás han llevado ortodoncia como en aquellos que, aún habiéndola llevado, no han seguido un tratamiento adecuado a posteriori.
El apiñamiento dental puede clasificarse en varios tipos: leve, moderado o grave, según sea la severidad del mismo. En cualquier caso, la forma de corregirlos es mediante tratamientos de ortodoncia.
Sólo en los apiñamientos severos puede que sea necesaria algún tipo de extracción o exodoncia con el fin de habilitar espacio para la posterior recolocación de las piezas dentales. Lo habitual en estos casos, es que el especialista se decante por algún premolar o incisivo inferior.
Tal y como comentábamos anteriormente, es de gran importancia que, tras finalizar la ortodoncia, el paciente utilice un aparato de retención para evitar que el apiñamiento vuelva a darse.
Como decíamos, el camino más habitual para tratar un apiñamiento dental es mediante la ortodoncia, que busca mover los dientes a una posición normal o que facilite la superficie de masticación.
Existe 3 tipos de aparatos para ello: los conocidos como brackets, los removibles y los funcionales.
Otro tratamiento es el conocido como stripping dental, que permite reducir el esmalte dental mediante distintas herramientas, lo que nos permite disponer de más espacio para recolocar los dientes.
El último tratamiento es la extracción de algún diente, incluso aunque se trate de una pieza completamente sana. Esto sólo lo recomendará el ortodoncista si es estrictamente necesario.